Libro "La Masculinidad Tóxica"

Un paradigma que enferma a la sociedad y amenaza a las personas

 

de Sergio Sinay


“La Masculinidad Toxica” da numerosos ejemplos de cómo, a diario, la padecemos, y también da testimonios de aquellas propuestas que se realizan para modificar este paradigma que continuamente cae en el terreno de las batallas pérdidas. “Estamos inmersos en paradigmas que no cuestionamos, a los cuales a menudo alimentamos y reproducimos como si se tratara de realidades inmodificables de la Naturaleza”. Así de fácil así de complejo. La masculinidad tóxica, enfatiza el autor, tiene hondas raíces, sin duda, pero sus males se padecen hoy, de manera cotidiana. El mal podremos negarlo, sublimarlo, pero no por ello deja de existir.
La problemática es compleja y agarra parejo. Al respecto escribe Sinay: “Si vemos al modelo todavía hegemónico en nuestra cultura sólo como un problema de los hombres, como una veta de la cual ellos se enriquecen a costa de  sus víctimas femeninas y como una simple cuestión de poderes en pugna, habremos caído en otro de los paradigmas trágicos de nuestra cultura: el dualismo, la necesidad de entender las cosas en términos de una contra la otra. Se pierde así la riqueza de la visión integradora y transformadora. Este no es un problema de hombres contra mujeres. No hay ventajas de “genero” en cuanto a los perjuicios del modelo”.
Errónea e ingenuamente muchos sostienen que el modelo tradicional masculino, el “viejo” machismo pertenece al pasado, que las “nuevas” generaciones no están infectadas de este mal. Salvo contadísimas excepciones, nada es más falso.
El modelo tradicional masculino tiene síntomas inocultables en todos los aspectos del ser humano: físicos, psíquicos y emocionales. Quizá lo que más refleje de manera resumida sea un vacío existencial.
Hoy lo que se cuestiona es el paradigma masculino tradicional, tóxico y el paradigma femenino que tome rasgos de aquél. No hay parte, vínculo, actividad humana que no caiga en la telaraña de este paradigma. La realidad, nada complaciente en nuestro andar diario, nos obliga a aquellos que así lo deseemos a dejar de ser rehenes de un secuestro de pensamiento y conducta nociva.
Uno de los ejemplos más claros y habituales del modelo tradicional masculino es lo que los estudiosos denominan el padre ausente. El padre ausente es aquel “productor económico, un proveedor material, un protector físico que cumple estas funciones con una remarcada distancia emocional, un extraño afectivo, alguien a quien se ama porque se extraña y no por lo que verdadera e intensamente se comparte con él.

El cuenco de Baubo