Libro "Adiccion al pensamiento"


 

Las elecciones inconscientes y el mito de la fuerza de voluntad 

Érase una vez que había dos picapedreros trabajando en una cantera, ambos golpeando sendas rocas con un pico de acero. Un desconocido se acercó a uno de ellos y le preguntó que estaba haciendo, a lo que el primer picapedrero le respondió:
- ¡Pues ya ve! aquí estoy picando piedras.
El desconocido se dirigió entonces al segundo picapedrero que se encontraba unos metros más allá, y le hizo la misma pregunta, a la que este respondió animosamente.

-¡Pues formo parte de un equipo que construye una catedral!




No es difícil averiguar cuál de los dos picapedreros trabajaba más a gusto, ambos hacían en apariencia lo mismo pero probablemente no del mismo modo porque obviamente no lo hacían con el mismo propósito y valores subyacentes. Lo que no se ve es en este caso lo más importante. Lo que varía en una y otra persona de la historia es “para qué” trabajan. 

Los propósitos no necesariamente vienen dados, sino que nos abren un terreno de elección del que muchas personas no son conscientes.
Uno de los mitos generalizados de nuestra cultura es el de que estamos cotidianamente sometidos a múltiples obligaciones y que por tanto tenemos que hacer muchas cosas que no queremos, lo cual va unido a problemas de motivación, dilaciones, conflictos internos y sufrimiento. Pero en realidad, LO QUE LLAMAMOS OBLIGACIONES NO SON SINO DECISIONES NO ASUMIDAS CONSCIENTEMENTE COMO TALES, Nos quejamos de nuestras propias decisiones [y elecciones] inconscientes.

Decimos que tenemos que trabajar, decimos que tenemos la obligación de madrugar, fregar platos, tratar con personas que no nos apetece ver, de gastar mucho dinero en aparatos y productos… Pero en realidad lo único que estamos diciendo es que, entre las múltiples posibilidades existentes, (creemos apropiadamente o no) que esas son las mejores para nosotros.

Si te compensa quedarte en cama y recibir una reprimenda, puedes hacerlo; si prefieres no tratar con esa persona y soportar críticas u otro tipo de consecuencias, es una opción legítima; si prefieres disponer de menos comodidades que te dan los aparatos (o productos) que compras y de menos gastos y complicaciones que también ellos te generan, igualmente puedes hacerlo.
Si lo que queremos es tenerlo todo, y disfrutar de unas recompensas “sin pagar su precio” entonces no estamos hablando de elegir en el campo de las posibilidades del mundo real (lo que es) sino del mundo ilusorio (lo que creo que debería ser).

Mi particular creencia es que cada persona puede hacer o dejar de hacer absolutamente lo que quiera desde su libertad individual, siempre que lo haga conscientemente, que asuma de forma autor responsable sus consecuencias y renuncie por completo a las quejas.

Solo nos quejamos de como son las cosas cuando, en el fondo, sabemos que estamos renunciando a nuestras posibilidad de hacer o dejar de hacer (o haber hecho) algo para que sean de otra manera, debido al riesgo, al temor o el esfuerzo que puede implicar tal cosa. Nos quejamos precisamente para justificar nuestra actitud evasiva, “soltar presión” y alimentar el autoengaño que nos permite NO ASUMIR LA PLENA RESPONSABILIDAD DE COMO NOS VA EN LA VIDA. Por ello nunca nos quejamos mucho de las cosas que sabemos a ciencia cierta que no podemos cambiar. Nuestro autoconocimiento y honestidad no suelen ser tan profundos como para reconocer que la verdad del asunto es que nos quejamos precisamente para no hacer nada.
El problema fundamental es que muy prontamente y con demasiada frecuencia  solemos desconectar de las razones y propósitos por los cuales HEMOS DEDICIDO  hacer lo que hacemos, y lo que debería ser una “acción motivada”, empieza a convertirse en una “acción obligada” o en una mera rutina.

Todo esto se muestra de manera extrema en una persona que desarrolla estados depresivos: sus motivaciones se adormecen, cualquier tarea se convierte en una rutina sin sentido ni propósito. La hierba crece por NO transitar a menudo el camino que une su tarea con el sentido y propósito subyacente para realizarlas. YA NO HAY DISFRUTE EN NADA PORQUE NADA CONDUCE A NINGUNA PARTE.

Es importante también saber entrar y salir de los conceptos que la cultura nos muestra, podemos mirar de otro modo por ejemplo el concepto de “fuerza de voluntad”  , observarlo pensando que no es realmente una virtud, sino una forma de compensar un defecto. LA VOLUNTAD SOLO SUSTITUYE A LA MOTIVACIÓN QUE NO HAS SABIDO CREAR. El segundo picapedrero de la historia del principio estaba mucho más motivado, dotaba de un sentido más pleno de significado a su actividad y podemos entender que el esfuerzo y el sacrificio emocional que le suponía su trabajo era bastante menor que a su compañero que (aparentemente realiza el mismo trabajo y esfuerzo). Su forma de estar presente en la tara y su conexión con un propósito superior personalmente significativo hacían de esa tarea algo mucho más fácil de aceptar, y es posible que en muchos momentos incluso de disfrutar; se siente más REALIZADO y en tal sentido podemos decir que su labor es más meritoria que la de su compañero, el cual ha tenido que echar mano de una sensación de sufrido sacrificio y de fuerza de voluntad para compensar o tratar de compensar a su propio esfuerzo que no encuentra sentido ni motivación en otra parte.

Podemos pensar que el asunto del merecimiento es una invención bastante superflua y absurda de la realidad, o incluso que los logros tienen más mérito cuanto más fácil, agradable y conscientemente aprendemos a generarlos, puesto que denotan una HABILIDAD MAYOR Y MÁS REFINADA.
Se trata este de un salto más cualitativo que cuantitativo, y en este caso particular te hablo de “otro tipo de esfuerzo” que tiene que ver con el uso autorresponsable, pero también inteligente y potenciador, de nuestras verdaderas capacidades, con la sabiduría para fabricar conexiones motivacionales poderosas y bien orientadas para una adecuada y respetuosa autosatisfacción.

Te hablo de primar la inteligencia, la conciencia, el discernimiento, la motivación, el equilibrio y la flexibilidad al servicio de una adaptación que sustenta la felicidad.
Te hablo de saltar fuera de la vida mimética, fuera de la INERCIA, de la inconsciencia que aumenta los requerimientos de la voluntad y del SACRIFICIO ABSURDO, y que conduce al placer efímero (temporal y no duradero).