My sweet pepper land




Una película sencilla, bella y limpia de Hiner Saleem, que habla… de la guerra de liberación del pueblo kurdo: guerra de liberación contra la pobreza, la ignorancia, la corrupción, la fragilidad trágica del kurdistán irakí, la guerra internacionalizada en la frontera turca, donde el PKK está representado por un grupo de chicas, mujeres en armas, que no solo luchan contra la opresión del Estado turco: también luchan contra la corrupción y la opresión religiosa, social y cultural que pesa contra las mujeres kurdas…



Baran es un héroe de la guerra de independencia del pueblo kurdo, ahora policía en Erbril, capital del país. Se siente inútil en la sociedad en la que vive, incluso se ha planteado dejar el cuerpo de policía. Con el fin de encontrar una motivación, acepta el traslado a un pequeño valle en la frontera que limita con Irán, Turquía e Irak. Un territorio sin ley, centro por excelencia del tráfico ilegal de droga, medicamentos y alcohol. Baran no logra integrarse, ya que se niega a aceptar las leyes autoritarias de Aziz Aga, un jefe tribal corrupto, máximo gobernante del valle. Govend, es la nueva profesora de la única escuela del pueblo recientemente abierta, víctima de las crueles decisiones de Aziz Aga y el comportamiento hostil de sus doce hermanos. A pesar de ser rechazados por la mayoría de los habitantes del pueblo, Govend y Baran se unirán para desafiar al dictatorial Aziz Aga.


En rueda de prensa en Cannes así respondió  el director irani Hiner Saleem, cuando le preguntaron de donde nació la idea de ésta película que no solo dirige, sino que también elaboró el guión:

  
Después de mi última película “Si tu meurs, je te tue”, rodada en pleno centro de París con muchos actores, tenía ganas de rodar en el extranjero, de hacer una película en las montañas de Mesopotamia con un solo actor y un equipo reducido. Es un país que critico por la mañana y elogio por la noche. Tenía ganas de hablar de él y de hablar de amor. Y, por tanto, dela mujer.
En algunos países, debido a la omnipresencia de la religión, la mujer es como un país ocupado. Tenía ganas de liberarla durante una hora y media. Y luego nacieron otros personajes. Entonces me encontré de repente con muchos personajes, bastantes técnicos y mi modesta idea inicial se convirtió en un trabajo colosal.