El corazon de la Locura

Nise: O Coraçao da Loucura. Roberto Berliner. Brasil, 2015.

Encontrar tratamientos adecuados para las enfermedades de la mente es una de las más desafiantes tareas pendientes que tiene la humanidad, como lo es lograr que los ambientes en que son tratados los enfermos internados que sufren estas dolencias, sean dignos y conducentes realmente al alivio de los males que ellos sufren. La demencia, sus diversas fases progresivas y terminales y sus impactos sobre las personas, constituye un gran misterio y una soberbia fuente de historias ficticias y de la vida real, que ha sido muy aprovechada por el cine. Nise: El corazón de la locura es una excelente película que se aproxima a los dos grandes temas que menciono.






 Es la historia de la vida real de Nise da Silveira, una siquiatra brasileña que desarrolló un novedoso método de tratamiento de los pacientes en un hospital mental, que se basa fundamentalmente en tratarlos como seres humanos dignos, como personas con su propia identidad y con su particular y significativa historia. El tratamiento se basa en contribuir con una presencia observadora y con actitudes llenas de amor y de empatía, a que las personas desarrollen sus capacidades innatas para el arte.

Está muy bien desarrollada la trama de Nise. Basada en un notable grupo de actores y filmada en ambientes realistas, se va contando una historia de creatividad, de inventiva personal, de resiliencia, de persistencia irrenunciable, basada en la absoluta certeza que tiene la doctora Nise en que las personas con enfermedades mentales tienen esencia y potencia interior suficiente como para que se les abra una ventana de oportunidad, inicialmente hacia un cierto grado de normalidad y eventualmente hacia la autonomía y la autorreferencia, hacia la capacidad de recuperar su sentido de la libertad y de la autoestima, de tal manera que reciben reconocimientos y aceptación en la sociedad.


Al comienzo, la doctora Nise realmente no sabe bien cómo enfrentarse al tratamiento de los pacientes que le son asignados en un pabellón de terapia ocupacional, el cual realmente es un desastre físico y terapéutico. Allí cae ella, como en una especie de destierro y de castigo profesional, cuando se opone horrorizada a los métodos en uso en la época (1946), que consistían en extirpaciones cerebrales y choques eléctricos, que reducían a los pacientes a seres pasivos y tristes.

 Descubre, la doctora, sus métodos de manera gradual, dejándose llevar por su capacidad de observación y permitiendo que otras personas sensibles se acerquen a ella y a sus pacientes, conformando un equipo humano y profesional que se compromete con las difíciles tareas, equipo que se refuerza mutuamente y que, literalmente en algunos casos, se enamora de los pacientes, hasta descubrir en ellos y en sus obras, significados ocultos y poderosos que nadie sospechaba que existían, ni siquiera la doctora misma y, mucho menos, los pacientes. Precisamente, el proceso que va ocurriendo es uno de descubrimientos en todos los sentidos, tanto para los pacientes como para los seres sensibles que los observan y que les permiten expresarse, siendo testigos de una serie de pequeños milagros de transformación que se convierten, eventualmente, en ríos abundantes de creatividad y de belleza.


Esta es una película muy hermosa, estética, emocionante, plena de situaciones, tan obra de arte como los trabajos que hacen los artistas en los procesos de curación de su demencia. Paro ante todo, es una oportunidad para grandes enseñanzas, aplicables a la vida en todos sus aspectos relacionales, humanos y sensibles. 

Quiero resaltar el homenaje que se hace en ella a la observación, como la herramienta por excelencia para lograr objetivos y cambios. Este es el aporte fundamental del método propuesto: al observar  a los pacientes, se vuelven sujetos libres y creativos, y el terapeuta, siendo paciente con ellos, es el verdadero paciente, que observa con aprecio y con empatía a esos seres que necesitan apoyo, aceptación y oportunidades. No es tarea fácil, y así queda evidente en el transcurso de la historia, por la tendencia natural del que hace el tratamiento, a intervenir, a ayudar, a forzar el proceso, con la idea de obtener resultados rápidos. Además, los que están por fuera, quieren resultados rápidos, carecen de paciencia y de confianza en el potencial humano que podría despertar




El poder de la observación y del aprecio empático para el logro de transformaciones humanas queda propuesto provocativamente en la película, como herramienta efectiva que vale la pena ensayar, una y otra vez.
Hay otro asunto bien interesante, relacionado con los arquetipos y las imágenes míticas y surreales que existen en las profundidades de la mente humana. Los extraordinarios trabajos desarrollados por los pacientes dan lugar a un precioso intercambio de comunicaciones entre la doctora Nesi y el famoso estudioso de la mente Carl Jung, que se constituye en una joya escondida de esta película, por sus agudas apreciaciones sobre la mente humana.



Vale la pena resaltar que el arte también es protagonista en esta cinta, que nos aproxima a diversas observaciones de las obras que hacen los pacientes, sobre las cuales se explaya la fotografía, dando espacio para que el espectador sea apreciativo, en coherencia con la tesis fundamental de la película y con la idea de que gustar del arte también es una sanación para todos los observadores.

Unidos a estos asuntos de naturaleza reflexiva, hay que destacar que Nise es una película muy bien contada y entretenida, que logra narrar varias historias personales, que se acerca a anécdotas y a episodios llenos de drama, gracia y sentido y no exentos de humor. No deja de sorprender que no haya tenido amplio protagonismo en las carteleras, lo cual es una lástima, dado que el buen cine, que además plantee desafíos y valores de gran significado social, merece ser visto.